Es bastante común que las personas oculten determinadas informaciones a sus parejas. Pero, ¿es esto estrictamente negativo? ¿Una relación sana, satisfactoria y responsable es sinónimo de sinceridad absoluta?
Las relaciones necesitan de una estabilidad emocional, siendo parte de la misma la comprensión, la empatía, el respeto y la comunicación. Sin embargo, estos aspectos no suponen descuidar nuestro individualismo y el derecho a tener intimidad. Es importante alcanzar un equilibrio para evitar conflictos e incomodidades. Por ello, es fundamental:
- Poseer un espacio propio y privado es básico para atender nuestras emociones, reflexionar sobre nuestras expectativas vitales o afrontar alguna crisis personal.
- Entender, aceptar y respetar el espacio personal e íntimo del otro.
Los silencios no deben ser interpretados continuamente como una sospecha de traición, mentira o de que ‘algo va mal’… Hay que comprender que cada miembro de la pareja necesita del silencio, de ese espacio emocional privado. Además, omitir ciertos detalles no significa que se esté engañando a esa persona sino que, posiblemente, estamos protegiéndonos emocionalmente o esperando el momento adecuado. Detrás de cada secreto hay una historia, así como una motivación para preservar la información que no queremos poner en común o que no estamos preparados aún para compartir:
Los silencios no deben ser interpretados continuamente como una sospecha de traición
- Miedo y vergüenza: el temor al rechazo, al ‘qué dirá’ o la incomprensión por parte de la pareja provoca que pongamos mucho esfuerzo en ocultar esa información. A veces no se quiere ‘defraudar’ a la pareja o romper con las expectativas que tiene sobre nosotros/as… Por ejemplo, algunas personas pueden evitar compartir que han tenido una vida erótica muy activa porque temen ser rechazadas o que en su pasado tuvieron relaciones eróticas con personas de su mismo sexo.
- Inseguridad: mostrarnos vulnerables delante de una pareja o comunicarle una información inesperada puede hacer que sellemos la boca. A veces, el deseo de revelar un secreto, puede provocar angustia o ansiedad, e incluso traducirse en un comportamiento evitativo… Por ejemplo, algunas personas necesitan tiempo para confiarle a su pareja que son infértiles… Otras veces, cuando la pareja comete un error o tiene un olvido, hay quien prefiere no señalarlo y que se de cuenta por sí mismo/a. El objetivo, en este caso, puede ser evitar que se sienta cuestionado/a.
Algunas personas tienen dificultades para gestionar algunos aspectos de su personalidad
- Falta de habilidades sociales: algunas personas tienen dificultades para gestionar algunos aspectos de su personalidad, de su pasado o incluso la comunicación con la pareja. A menudo, este motivo, está relacionado con problemas en el autoconocimiento. Es decir, con problemas para reconocer nuestras emociones, pensamientos y conductas; y cómo estas se manejan en el plano individual y relacional. Por ejemplo, las personas introvertidas tienen dificultades para abrirse emocionalmente, pero a medida que avanza la relación y sienten mayor confianza, tienden a contar más cosas sobre sí mismas.
- Hábitos y costumbres: hay quien mantiene secretos dependiendo de los acontecimientos o las circunstancias… Por ejemplo, preferir no decir algo por teléfono porque se prefiere contar en personar o no hacer circular esa información hasta que nosotros/as mismos/as dejemos de tener dudas sobre la misma… En relación a los hábitos y costumbres, la cultura también puede jugar un papel importante. Las diferencias culturales en la vivencia de las relaciones pueden provocar que la ‘comunicación indirecta’ y las insinuaciones se conviertan en una forma de preservar determinada información. ¡Ojo! Esto no significa que las relaciones interculturales no puedan ser exitosas. Es importante que, independientemente de que los orígenes culturales de una pareja sean diferentes (o no) el diálogo, los acuerdos y el respeto sean pilares de vuestro vínculo.
- Evitar hacer daño: no querer dañar o desestabilizar a la persona que amamos y con la que compartimos nuestra vida también puede ser un motivo para salvaguardar algunos secretos. Por ejemplo, no contar que has recibido un mensaje de un/a ‘ex’ para que ese hecho no interfiera en la relación actual y especialmente, cuando para ti no tiene importancia.
Cuando hablamos de secretos, el límite de estos nunca puede dar la espalda a la responsabilidad y la ética.
Por último, recordar que no hay que confundir confianza y diálogo con sinceridad absoluta. Exigir a una pareja una sinceridad absoluta, más allá de no ser realista, puede ser una petición y expectativa insana. Obsesionarse con ‘querer saberlo todo’ conducirá al malestar y la frustración. Cuando hablamos de secretos, el límite de estos nunca puede dar la espalda a la responsabilidad y la ética.
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